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EL RACH 3 LA OBRA PARA PIANO MÁS DIFICIL DEL MUNDO

diciembre 22, 2006

El concierto para piano no. 3 en re menor, op. 30 de Sergei Rachmaninov, es famoso por su exigencia musical y técnica, para el intérprete. Muchos reconocen que es quizás el concierto para piano más difícil del repertorio.

 

 

El conocidísimo primer tema, interpretado por el piano

Tiene la estructura estandar de un concierto en tres movimientos:

  1. Allegro ma non tanto

  2. Intermezzo: Adagio

  3. Finale: Alla breve

El tercer movimiento sigue al segundo sin pausa, lo que se denomina «attacca:» (véase la definición en el diccionario).

Compuesto en la quietud de su haciendo familiar, Ivanovka, Rachmaninov lo completó el 23 de septiembre de 1909. El compositor se proponía utilizarlo como una pieza para exhibir su talento como intérprete. De la misma fecha son la sonata para piano no. 1, el conocido poema sinfónico La isla de la muerte y la música para la liturgia.

El concierto es muy respetado e incluso temido por muchos pianistas. Józef Hofmann, a quien está dedicado, nunca probó interpretarlo, argumentando que «no era» para él.

Por las restricciones de tiempo, Rachmaninov no pudo practicar la obra mientras estaba en Rusia, y lo hizo en un piano mudo que llevó con él a su viaje a los Estados Unidos.

El concierto fue estrenado el 28 de noviembre de 1909 por la Sociedad sinfónica de Nueva York, bajo la batuta de Walter Damrosch y el compositor como intérprete al piano. La siguiente representación la dirigió Gustav Mahler pocas semanas después, siendo una excelente experiencia para el compositor. Fue editado por primera vez en 1910 por Gutheil.

La duración aproximada del concierto es de 45 minutos, mucho más que la duración habitual de 20 ó 30 minutos.

Sirvió de inspiración para la película Shine (1996), que narraba la vida del pianista australiano David Helfgott.

Es uno de los conciertos más populares y grabados del repertorio. Los críticos suelen destacar las versiones de Vladimir Horowitz (en particular la que realizó con Fritz Reiner en 1951), Earl Wild, Martha Argerich, Van Cliburn y Evgeny Kissin.

¿QUIEN ES DAVID HELFGOTT?

diciembre 22, 2006

David helfgott es un pianista australiano de el cual solo daré una referencia para conocer un poco de su vida :
«Shine» descubrió en 1996 para el gran público la figura del pianista australiano David Helfgott, narrando su vida, aunque adornada, como es habitual, con detalles ficticios. Helfgott, nacido en 1947 en una familia de judíos emigrados de Polonia, fue un «niño prodigio» que ya a los 14 años atrajo la atención de Isaac Stern, quien le invitó a estudiar música en los
Estados Unidos. Finalmente elegiría Londres, donde a los 19 años se matriculó en el Royal College of Music.

Sin embargo en 1970, tras graduarse, le sobrevino una enfermedad nerviosa que le mantuvo más de una década en tratamiento psiquiátrico, alejándole de toda actividad concertística. Saldrá del hospital al ser reconocido por una antigua admiradora, quien lo lleva a vivir con ella, pues el padre de David ha cumplido su promesa, y ha renegado de él. La convivencia entre los dos se hace imposible y, finalmente, David se irá a vivir con un conocido que ella le recomienda.

A comienzos de los 80 reaparece en público; primero en un restaurante, donde llama la atención interpretando «El vuelo del moscardón» de Rimsky-Korsakov (en el arreglo para piano de Rachmaninov); poco después conocerá a a la que será su mujer, Gillian, una astróloga divorciada y mucho mayor que él. Luego, animado por ella, reaparecerá en las salas de concierto como intérprete «clásico».

 

Los críticos han sido implacables con él: no le perdonan las faltas, los matices, los fraseos heterodoxos. ¿Por qué a Helfgott no y a otros pianistas sí? Creo que Helfgott tiene doble mérito justamente por su alteración mental. Gould cantaba todo el concierto; Horowitz a veces tocaba sucio; Sviatoslav Richter erraba las ocatavas de la mano izquierda; Rajmaninoff no respetaba ni los matices ni las velocidades que escribía en sus propias composiciones; Kissin toca a velocidades irracionales, todo pianísimo o fortísimo. Sin embargo, las críticas son estupendas.

Pero el público de Helfgott responde siempre con ovaciones de pie.